sábado, 5 de diciembre de 2009

Diciembre

Como te ha ido?Bien?Que bueno!
Me alegro mucho;en serio... Aquí no pasa nada; mejor dicho, pasan tantas cosas
juntas al mismo tiempo que es mejor decir que no pasa nada.
Que te escribo? Se puede decir que estoy cansada, tengo sueño
(nomás para que no digas que perdí la costumbre).
Se puede escribir que la tita
está loca, que tú estas lejos, que yo no estoy en ninguna parte.

En realidad, le haces
mucha falta a mi salud... Ahora no hace tanto frío.
El cielo es como una lámina obscura que se aleja perpetuamente.
Tú eres, a veces, como el cielo.

Yo te escribí una carta y estaba enojada;
pero era una carta que te iba a lastimar y no la guarde.
A última hora no eres más que un tonto que no sabe lo que dice.
La culpa fue mía. A un hombre que se pone a pensar no hay que tomarlo en serio.
Pero te estaba platicando de las estrellas. No hay ninguna.
Quizá se acostaron temprano por el frío que hace allí arriba.
¿Así que andas en eso de la virgen y ocupado todo el día? Y ¿cómo está eso?
Digo, aquello, eso. Tú sabes. Bien.

Pero ahora es 5 de diciembre. Se me hizo tarde. No me dejan escribir a gusto.
Estaré para el bautizo. Ya verás. Me han comentado que tu familia ya fue invitada primeramente. Mas no eh sabido nada mas. Estoy preparando mi libro. Esto me urge.
Este día me emborracho.Me regañan. A pesar de todo, ha sido un año bueno. En piano, en la literatura, en la calle. Sólo puedo quejarme de ti. Pero la vida se hace de todas estas cosas. Me gustó que vayan con mi familia. Te llevas bien con ellos; me gusta. Ahora procura llevarte bien conmigo. He cambiado un poco.

A las seis de la tarde siempre estoy sola.
En estos meces me ha fermentado un licor en el corazón.
Soy, tal vez, más soberbia, más despreocupada.
Me he muerto tantas veces que ya no me importa morirme definitivamente.
¿En dónde estoy?No sé.

Ya no importa nada. Los coches abajo. Abajo el ruido.
Yo no tengo a nadie; con nadie estoy.
Algunas gentes me quieren; mis papás, mis hermanas, tú;
alguien más; quién sabe; yo sigo sola;
nadie me alcanza, nadie se da cuenta de todo esto.

Quizás Obregon me salve.
Pero allá no es ya el refugio que fue en años pasados tan urgente, tan necesario.
Voy, otra vez, cansada, pero no creo en la esperanza.
Igual que las gentes a las que encerraron durante muchos años y para las cuales la libertad, ahora, no significa nada.
Estar allá, sin embargo, puede despertarme poco a poco.

Pero, ni hablar. Ahora tú mismo no eres más que una posibilidad, un probable resurfimiento. Todo, para mí, es como una aventura, en la que, acaso, se consiga el vivir.
No te escribiré otra carta.
Hasta la vista.

isabel..la

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